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El discurso engañoso de la gobernadora

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 5 jun
  • 2 Min. de lectura


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Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


“Es mejor perder con la verdad y la justicia que ganar con mentiras y engaños”. (Maimónides)

Francamente, por primera vez en mi vida me propuse escuchar en su totalidad el discurso constitucional del gobernador ante la Legislatura de Puerto Rico, en esta ocasión el discurso de Jenniffer González Colón, ofrecido el pasado jueves, 29 de mayo de 2025. Con ello quise confirmar lo que por décadas se ha catalogado no como un discurso del estado de situación y rendición de cuentas de nuestro atribulado Puerto Rico, sino como un acto politiquero con el propósito de enardecer las emociones de los incondicionales y comités de aplausos invitados a esta farsa constitucional. A decir verdad, la gran diferencia entre los discursos políticos de antaño y los de hoy es que anteriormente se llevaban a cabo en las plazas de recreo o los parques de pelota mientras que los discursos contemporáneos se ofrecen por televisión desde el Capitolio de Puerta de Tierra.


Y, por supuesto, la gobernadora Jenniffer González, en eso de fingir honestidad, credibilidad y proyectarse a sí misma como una auténtica jefa de estado y no como una mera “influencer” del anexionismo renegado, merece un Doctorado Honoris Causa. Su capacidad para mentirle al pueblo mediante la retórica demagógica y tergiversada de la realidad histórica de nuestro país es francamente deplorable. Dicho de otra forma, el problema histórico de Jenniffer González es que le ha estado mintiendo descaradamente al pueblo de Puerto Rico, particularmente a sus propias huestes anexionistas, desde sus inicios como militante del Partido Nuevo Progresista. Se trata, sencillamente, de una lince sin escrúpulos en representación de Donald Trump y el ultraderechismo internacional que controla el 95% de la riqueza mundial.


Una de sus mentiras más deplorables ante la legislatura y ante sus propios comités de aplausos, sin tan siquiera sonrojarse, fue cuando le prometió la estadidad federada al electorado anexionista porque, según su propia visión demagógica, se trata no de un acto de justicia, sino de un derecho inalienable de los puertorriqueños. Ella muy bien sabe que la estadidad es una prerrogativa total y absoluta del Congreso estadounidense, pero se vale de engaños y subterfugios para mantener pleno control ideológico sobre sus seguidores anexionistas. Si Estados Unidos, tras 127 años de dominio colonial, hubiese entendido conveniente convertir a Puerto Rico en estado federado, con o sin el visto bueno de los puertorriqueños, ya hubieran actuado en esa dirección. Pero Jenniffer prefirió montarse en tribuna y mentirle descaradamente a su propio electorado. De ahí que no se pueda precisar cuándo le está diciendo la verdad y cuándo le está mintiendo al pueblo puertorriqueño. Y no lo digo yo. Lo dijo su propia mentora política, la ex jueza, Zaida ‘Cucusa’ Hernández.


Como dijera el patriota Dennis Márquez: “Jenniffer González ofreció un mensaje de otro país que no es el que vive la inmensa mayoría de los puertorriqueños; habló de asuntos que no responden a la realidad puertorriqueña”.


Y todo ello, sin tan siquiera sonrojarse.

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