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  • Foto del escritorEditorial Semana

El Papa Francisco ante la natalidad


Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


En su más reciente audiencia general en el Vaticano, el Papa Francisco llamó egoístas a las personas que deciden no tener hijos y, en su lugar, sustituirlos con la crianza de mascotas domésticas. Por supuesto, sus expresiones reflejan su profunda preocupación ante la dramática reducción de natalidad y/o adopción de niños particularmente entre los matrimonios jóvenes del mundo occidental en que vivimos. El Papa se refirió a la natalidad y la adopción como un acto de humanismo indispensable para preservar la civilización la cual envejece vertiginosamente. Ante esa realidad demográfica, el Papa Francisco nos advierte que tanto la natalidad como la crianza de infantes está siendo paulatinamente sustituida por perros y gatos en detrimento del indispensable relevo generacional de la raza humana.


Si bien es cierto que la población mundial sigue creciendo anualmente, particularmente en África y Asia, alcanzando un total de 7.8 billones de habitantes a la altura del 2021, no es menos cierto que la población mundial ha ido envejeciendo vertiginosamente. De hecho, los datos demográficos más recientes indican que la población mundial mayor de 65 años supera a la población de niños menores de cinco años.


En el caso particular de Puerto Rico, se indica que por primera vez el censo refleja una tasa de nacimientos menor a la tasa de fallecimientos. Ello quiere decir que nuestro pueblo envejece a pasos agigantados. Como se recordará, durante la década de 1970 la matrícula del Departamento de Educación oscilaba entre los 750 mil y 800 mil estudiantes con unas 1,600 escuelas activas y una facultad que superaba los 40 mil maestros y maestras. Actualmente la matrícula se ha reducido a unos 281,500 estudiantes, menos de 800 escuelas activas y unos 25 mil maestros.


Aunque nadie puede negar que el Papa Francisco tiene toda la razón en sus planteamientos de natalidad, no es menos cierto que el neoliberalismo del mundo occidental en que vivimos se ha convertido en un obstáculo para la crianza de infantes en comparación con la época de nuestros padres y abuelos. Todo ello debido, entre otros factores, a los altos costos de vida, inestabilidad de empleos, salarios de pobreza, jornadas de empleo irregulares y los altos costos médicos, cuido de niños, gastos educativos y la pandemia del coronavirus, entre otros factores.


Sin lugar a duda, todos esos factores han contribuido dramáticamente a la reducción de la natalidad y/o la adopción de niños induciendo a los nuevos matrimonios a todo tipo de artimaña para evitar los embarazos no deseados.


Por su parte, la gran mayoría de los matrimonios compuestos por profesionales de alta dificultad académica, entiéndase profesores universitarios, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, científicos y tecnócratas, entre otros, tienen la tendencia a evitar los hijos o, en su defecto, limitarse a un solo hijo por matrimonio. Por supuesto, ello tiene un alto costo en el decrecimiento de la herencia intelectual de las futuras generaciones.


Se requiere un plan gubernamental científicamente diseñado para estimular la crianza de nuestras futuras generaciones.

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