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  • Foto del escritorEditorial Semana

Equidad: regalo para las madres


Por: Jesús Santa Rodríguez


El ejemplo de mi madre, Altagracia Rodríguez, es en gran medida lo que ha forjado mi carácter y visión como hombre, esposo y padre, sobre los derechos humanos e inalienables que poseen las mujeres. Mi mamá, a quien muchos conocen por el apodo de “Altita”, fue maestra de Economía Doméstica en varias escuelas de San Lorenzo. Desde mi niñez y juventud, vi su compromiso como educadora y ente transformacional en la vida de cientos de jóvenes, incluyendo la mía y de mis hermanos. Con ello, aprendí a reconocer el derecho de todas las mujeres a ser tratadas con justicia y respeto, pues son merecedoras del acceso a la equidad social y profesional para lograr su pleno desarrollo.


Es desde el punto de mira de mi mamá, quien desde su origen humilde tuvo la oportunidad de educarse y convertirse en servidora pública y maestra, que visualizo el esfuerzo de tantas otras madres que trabajan a diario para aportar al desarrollo integral de sus familias y entornos comunitarios. Este reconocimiento también incluye a las abuelas y tías que ayudan a criar a sus sobrinos y nietos, creando redes de apoyo que nutren y potencian las capacidades de las niñas, niños y jóvenes de nuestro País. Un ejemplo concreto es que, sin el rol y aporte prominente de estas mujeres, hubiera sido imposible mantener a nuestros estudiantes al día en materia académica durante los pasados dos años y medio.


Por ello, es todavía más importante crear y respaldar iniciativas de política pública dirigidas a promover que las mujeres tengan acceso a oportunidades para el fomento de su educación y profesionalización, incluso en carreras llamadas “no tradicionales” para ellas. Existen innumerables ejemplos de ellas abriéndose camino en estas carreras a pesar de los prejuicios e impedimentos que se les presentan en la búsqueda de alcanzar sus sueños.


Cada día vemos más mujeres y madres ocupando puestos que, hace un par de décadas, eran vedados para ellas por el simple hecho de ser mujeres y madres. Desde la defensa y dirección de cuerpos de seguridad estatales y nacionales, y en cargos militares de autoridad y alto nivel, pilotas, astronautas o boxeadoras, hasta el manejo de vehículos pesados -como es el ejemplo de la joven madre Karla Maríe Santiago, empleada del Municipio de Gurabo, quien fuera recientemente reconocida por su trayectoria abriendo camino en carreras no tradicionales para sus pares-, las mujeres y madres han accedido nuevos campos a pesar de los prejuicios y desafíos de los constructos sociales.


En efecto, uno de los retos de muchas mujeres preparadas y proficientes en sus carreras profesionales lo es ser madres, pues se les impone una doble carga y mayores dificultades de escalar posiciones de poder en todos los ámbitos sociales y empresariales.


Reconozcamos los esfuerzos colosales de nuestras madres para abrir y ocupar espacios en nuestros entornos sociales, profesionales y políticos, y seamos promovedores de un clima hospitalario y de equidad, junto a ellas, para lograrlo.

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