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La necesidad de crear la figura del vicegobernador

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 4 sept
  • 2 Min. de lectura

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Por: José “Conny” Varela


La reciente convicción federal de la exgobernadora Wanda Vázquez Garced constituye un capítulo sombrío en la historia política de Puerto Rico. No se trata únicamente de la caída de una figura que ocupó la más alta posición política del país, sino del impacto corrosivo que este episodio tiene sobre la confianza ciudadana en nuestras instituciones. Vázquez Garced, quien llegó a La Fortaleza en 2019 tras la renuncia del exgobernador Ricardo Rosselló, la pasada semana se declaró culpable de violar la Ley Federal de Campañas Electorales en un cargo menos grave.


Este caso es el más reciente en una cadena de escándalos de corrupción vinculados al manejo de asuntos políticos dentro del Partido Nuevo Progresista.


El precedente es nefasto por varias razones. Primero, porque involucra a una exgobernadora que, como exfiscal y exsecretaria del Departamento de Justicia, conocía de primera mano la importancia de salvaguardar la integridad de los procesos electorales. Segundo, porque el delito —aunque tipificado como menos grave— atenta directamente contra la equidad de la competencia política, al abrir la puerta a influencias externas prohibidas por ley. Tercero, porque envía un mensaje devastador: que incluso quienes han jurado defender la ley pueden ceder ante la tentación de vulnerarla cuando se trata de su propio beneficio político. Cuarto, porque trata de actos ilegales cometidos por una persona que ocupaba el cargo más distinguido de nuestra jerarquía política, sin haber contado realmente con la legitimación de los votos del pueblo.


La democracia no se erosiona de golpe, sino a través de una acumulación de actos que minan la fe pública. Cada vez que un líder electo es hallado culpable de corrupción, se debilitan los fundamentos de nuestra convivencia. Y cuando esa corrupción toca el ámbito electoral, el daño es doble: se socava la legitimidad del mandato y se alimenta el cinismo ciudadano. Todo se agrava si se permite que el sistema de representatividad política quede descartado con la imposición en el cargo de gobernador de una persona que no fue electa por los votantes.


Puerto Rico necesita con urgencia corregir un serio error de nuestro sistema político. Es necesario que se cree el cargo electivo de vicegobernador. Esto fortalecería nuestra democracia y sometería a un mejor escrutinio a las personas que tienen el potencial de gobernarnos. No basta con lamentar los hechos o culpar a terceros; es imperativo fortalecer nuestra democracia.


El autor es representante por Caguas en la Cámara de Representantes

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