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La viva huella histórica de Ramón Emeterio Betances




Por: Juan Ilich Hernández


Podríamos afirmar que de lo que se expone, dialoga, y hace en referencia al prócer Ramón Emeterio Betances nos sirve como desarrollo de capital cultural. Sin embargo, al hilar fino tales presentaciones aún prosigue un vacío lleno de desinformación histórica acerca de quién fue y qué hizo este ícono de la patria. Tales hechos, bien que se nos proyectan a nivel inconsciente colectivo, dado que ni el aula educativa, tanto escolar como universitaria e inclusive en general buscan medidas alternativas para hacerle honra y obra elogiable de su incesante lucha por la independencia de Puerto Rico. Tanto es así, que bajo este mes de abril se cumplen 197 años de su natalicio.


Entre tanto vaivén curricular de lo que ofrece nuestro Departamento de Educación, hallamos que siguiendo con el modelo de los famosísimos estudios sociales e historia de Puerto Rico por lo usual sus alusiones a ciertos emblemáticos personajes son básicamente los mismos que mostramos en los días festivos del calendario. A pesar de que conmemoren ciertos días para “algunos selectivos personajes” el putrefacto aparato jurídico- político que nos respalda, lo que intenta es proclamar “supuestos actos” de patriotismo y reafirmación identitaria. Dicho señalamiento saca a flote nuestra deficiente y entristecedora frustración de un adecuado desarrollo de capital sociocultural que evidentemente ha falsificado la historia del país.


Por tal motivo, es que resulta inquietante y preocupante, por qué la huella de Betances ha sido opacada y minimizada no solo en el aspecto educativo, sino más bien general. No obstante, es importante resaltar que aparte de ser un revolucionario, es también un perfecto prototipo visionario de sus tiempos. Tanto es así, que más allá de practicar la medicina, la agitación y organización social, a su vez fue un gran literato. Quiérase decir, que la impronta betancina demuestra la íntima ligazón que guarda el compromiso y activismo político con la cultura. Sus mejores reflejos son las incesantes luchas por la independencia de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Además, aun siendo un diplomático revolucionario adelantado a sus tiempos históricos, deja una intachable estela en los estudios científicos sobre la uretromia, elefantiasis, tuberculosis, entre otros los cuales expuso en la escuela de medicina en Francia.


Al traer a colación algunos de los sobresalientes rasgos característicos del eminente padre de la patria, cabe agregar, que bajo su figura en pleno siglo XXI se prosigue trabajando con su imagen con un cierto recelo o velo de oscuridad como nos diría José Luis González (1976). Según nos menciona este, tres generaciones de puertorriqueños en el siglo pasado ni se molestaron en modificar, ni incluso romper con la historia tradicionalista colonial de llevar la imagen de Betances a otros senderos que no fueran solamente la del redentor y doctor vanguardista de los negros esclavos. Es por esta razón, que al pensamiento betancino e inalcanzable prócer de las Antillas podría hacérsele merecida justicia como destaca González (1976) honrándolo y venerándolo como el auténtico Padre de la Patria, no como otro minúsculo personaje del pasado.


Así que, más allá de llevar presente el pensamiento de Betances en el espacio histórico- cultural, siempre resulta mandatorio retomar el pasado con miras a combatir la indiferencia cegata que nos impone la vida cotidiana, dado que su ideal de justicia descansa en la libertad. Desde este posicionamiento de carácter psicosocial es que deberíamos acoger las andanzas de este imbatible e ícono de la patria ya que como bien nos expone el filósofo Carlos Rojas (2021) “Betances sigue tan vivo como antes”.

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