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Más allá del 8M feminista (Parte III)




Por: Juan Ilich Hernández


Si de algo estamos seguros, es que ya el 8 de marzo y vasto mes de la mujer en estos tiempos contemporáneos dejó de ser otro día más dentro del calendario. Tales efectos bien que nos lo han dejado claro no meramente los múltiples movimientos sociales feministas que hay, tanto a nivel Isla como macrosocialmente, sino también en el espacio mediático. Aunque esto haya propiciado cambios significativos en lo que compete al activismo y estado de conciencia social aún hoy se mantiene solapadamente una interminable polémica, que resulta ser más interna que externa entre las líderes, sobre cómo llevar a cabo sus jornadas de lucha. Y esto es debido a que una vez el cuerpo de los medios de comunicación se apropia de tales eventos, ya este esfuerzo colectivo pierde según nos dice la filósofa Julia Kristeva (1970) su pluralidad e inclusive su efecto multiplicador de integrar multitudes.


Al adentrarnos un poco en la historiografía del feminismo, encontramos que este en específico como otros colectivos, ha sufrido desde sus inicios múltiples diferencias acerca de cómo reproducir de manera concisa y precisa sus reclamos. Con estos señalamientos de antemano, no pretendo desvirtuar o criticar degenerativamente al feminismo, sino más bien, pretendo auscultar cuál es uno de los rampantes problemas que afronta este cuerpo sociopolítico y la misma izquierda ideológica.


Considero, que, si se alinean todos los diversos colectivos feministas que no solo hay en la Isla como Proyecto Matria, La fundación de mujeres en Puerto Rico, La Colectiva Feminista en Construcción, El ecofeminismo- verde, entre otras organizaciones internacionalmente, el foco combativo, justiciero, equitativo e incluso comunitarista que vela este movimiento seria uno más robusto. A pesar de que cada país, contexto o comunidad tengan su propia identidad, medio de representatividad, subcultura y códigos sociales, entiendo que, por dilemas de ego, distribución de poder, inclusividad, enfoques teórico- prácticos y visión de mundo se fragmenta muchísimo más el movimiento social.


Queda evidentemente claro, que, si integramos cronológicamente cada una de las luchas y formas de construir justicia social, se ha hecho más que problemático el encaminar en los 8M sus denuncias, justamente como ha sido el caso del feminismo radical. Este en particular, lleva una feroz crítica no solo ámbito heteropatriarcal (hombre heterosexual), sino también fundamentalista moralmente, dado que es en esa dirección donde descansa según ellas la misoginia. Cada uno de estos adjetivos, aparte de ser construcciones sociales y culturales de tal contexto e historia, son otro modo más para la perpetuación disciplinaria de oprimir a la mujer. No obstante, el que haya aún este tipo de mirada hacia el mundo patriarcal, hipermasculino y heteronormativo coexisten otras corrientes filosóficas alternas que les hacen frente a estos determinismos inmanejables, inhumanos e insustanciales como son los múltiples feminismos emergentes del segundo y tercer oleaje conocidos como los feminismos de la diferencias y feminismos posmodernos.


Es en este sentido crítico- reflexivo, que debe replantearse la siguiente pregunta como colectivo: ¿Existe realmente un sentido de comunidad integral en los movimientos sociales o más bien estamos actuando bajo pura ignominia? Este planteamiento lo traigo a modo invitacional de reflexionar hacía qué punto se dirigen no solo los movimientos sociales feministas, sino también en general ya que cada día que pasa el activismo social se subdivide por múltiples situaciones.


Por tal razón, es que resulta fundamental el desarrollar la horizontalidad desde los senos del hogar y a su vez aulas educativas para que así pueda ejecutarse un mejor cambio radical en los distintos procesos sociales-comunitarios a nivel organizativo… (Continuará)


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