top of page
Buscar

Crisis sobre crisis

Foto del escritor: Editorial SemanaEditorial Semana



Por: Lilliam Maldonado Cordero


Nuestra isla inició este lunes bajo un manto de angustia y ansiedad. Decenas de personas, presuntamente inmigrantes con estatus ilegal irregular -en su mayoría dominicanos-, fueron arrestadas por agentes del gobierno federal, en respuesta a la Orden Ejecutiva firmada por el presidente estadounidense, Donald Trump, a los fines de extraditarlos a sus países de origen.


Las razones detrás de estas directrices se basan en la suposición de que son los inmigrantes los responsables del despunte en la actividad criminal en Estados Unidos. Las mismas imputaciones son hechas contra ciudadanos legales miembros de las minorías hispanas, puertorriqueñas y negras. No obstante, es harto conocido que la mayoría de los delitos y crímenes violentos en ese país, incluyendo los asesinatos múltiples y masacres, son cometidos por personas de tez blanca.


Podríamos atribuir ánimo prejuiciado y discriminatorio a estas intervenciones, a juzgar por las personas arrestadas, pues presentan características particulares: en Nueva York arrestaron a un puertorriqueño ex militar y en Puerto Rico a una clienta en una cafetería, por “parecer” inmigrantes ilegales. Estos arrestos, que alegan las autoridades están realizándose para extraditar criminales, no han probado que los intervenidos tengan tales récords, al menos en Puerto Rico.


Reconocemos y respetamos el derecho del gobierno estadounidense para hacer valer sus leyes. Pero, hay que señalar el grave impacto humano del proceso, así como sus repercusiones en los sectores productivos y de servicios que afectarán a la gente. Aquí, cientos de negocios se verán precisados a cerrar, miles de personas frágiles podrían quedar sin cuidadoras en sus hogares y la industria de la alimentación indudablemente tomará un giro a la desestabilización por falta de empleados. En el caso de Estados Unidos, ya se siente la ausencia de mano de obra en la construcción, los comercios y la agricultura. Esto amenaza la economía y, más allá de esto, la seguridad alimentaria de los mismos estadounidenses, legales o “ilegales”y la nuestra, porque no hemos adelantado mucho en esa agenda.


En medio de estas noticias, conocimos de la primera masacre en el país. Un hombre que se desempeñaba como contable de un negocio en San Juan acabó con la vida de cuatro compañeros de trabajo y la suya. No existe explicación ni justificación para un evento tan desgarrador como este. El simple hecho de que se hable en términos de “primera masacre”, acreditando que habrá otras, obliga a hacer una introspección sobre la crisis de salud mental que nos invade, y la normalización que se ha hecho de estas como si estas desgracias fuesen parte de la vida. Pues no, las muertes violentas, los abusos y el sufrimiento generalizado de las personas que hoy no pueden dormir por la inseguridad de que serán extraditados del lugar que, durante años, consideraban su hogar, no puede normalizarse.


Como pueblo, debemos exigir más de los funcionarios electos. Es cierto, hay que cumplir con los requerimientos relacionados con la política pública migratoria. Pero, no es lo que hay que hacer, sino cómo se hace, sobre todo cuando Jesús nos invitó a extender la mano al extranjero.


No hay duda. Nos encontramos en una seria crisis de valores por un lado y falta de salud mental por el otro, como de seguridad e inestabilidad que requiere un reenfoque en las prioridades que inciden en el bienestar de todos. No podemos seguir viviendo de crisis en crisis, ignorando el deber público de implantar estrategias adecuadas para enfrentarlas eficientemente, pero con caridad.

6 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo
Humanidad

Humanidad

Bình luận


bottom of page