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Desarrollo económico Vs. Crecimiento económico

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 24 abr
  • 2 Min. de lectura



Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


De partida, admito que no soy economista. Sin embargo, como fiel creyente de la plataforma socialdemócrata, me he familiarizado con algunos conceptos de la economía mundial y sus efectos en el desarrollo humano y la calidad de vida de los pueblos contemporáneos. Desde luego, soy uno de los miles de puertorriqueños convencidos de que todo esfuerzo conducente al desarrollo y crecimiento económico sustentable de Puerto Rico debe partir desde nuestra propia independencia y soberanía política y no desde el humillante estado de subordinación política que nos degrada y asfixia como país caribeño, antillano y latinoamericano.


Con alguna frecuencia leemos o escuchamos a los analistas y portavoces de los medios de comunicación masiva referirse indistintamente al “desarrollo económico” y “crecimiento económico” como conceptos similares. Pero nada más lejos de la verdad. Se trata de dos conceptos diametralmente distintos y con metas y objetivos diferentes.


Existen, fundamentalmente, dos tipos de gobiernos democráticos: (1) los conservadores, que gobiernan fundamentalmente para beneficio del gran capital mediante la privatización del patrimonio nacional. Ello, para beneplácito de las oligarquías y amigotes que controlan la riqueza mundial. Ejemplo de ello es el presidente estadounidense, Donald Trump, y su amigote Elon Musk, quien donó cerca de trescientos millones para su campaña política luego de lo cual duplicó su riqueza en menos de tres meses y, (2) los socialdemócratas, que gobiernan para el desarrollo humano y la calidad de vida de los pueblos mediante políticas de justa distribución de la riqueza, justicia social, igualdad, educación pública de calidad, salud integral, seguridad, desarrollo de la niñez y protección de la vejez. Todo ello, mediante estrictas políticas de sana administración pública. Ejemplos inequívocos de este segundo grupo son Canadá, Singapur y Finlandia, por mencionar solo algunos modelos edificantes.


De modo que, el “crecimiento económico” se fundamenta en multiplicar la riqueza de unos pocos mediante la explotación de los recursos naturales, construcción de condominios, hoteles y urbanizaciones ostentosas a precios prohibitivos. Todo ello, para beneficio del capital extranjero, el turismo, el comercio y los bienes raíces a costa del desplazamiento de los sectores marginados. Esa realidad se vive en Dorado, Isla Verde, El Condado, Rincón, Luquillo, Viejo San Juan, Guaynabo y el proyecto “Esencia” de Cabo Rojo.


Si bien es cierto que el crecimiento económico puede generar riqueza y empleos bien remunerados, la experiencia nos indica que a sus promotores poco les importa la protección del ambiente, la desigualdad, la pobreza extrema, la escasez de empleos, la emigración masiva, la gentrificación, la pobre educación pública, la seguridad ciudadana y la precariedad de los servicios de salud.


Por su parte, el “desarrollo económico sustentable” se fundamenta en combatir los factores anteriormente indicados en aras de fortalecer el desarrollo humano y la calidad de vida en todas sus dimensiones. Resulta, por tanto, antihumanitario producir riqueza para unos pocos privilegiados mientras condenamos al resto de la población a vivir bajo las penurias económicas provocadas por la desigualdad, la injusticia social y la avaricia de los desarrollistas depredadores.

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