La era social y cultural de la fatiga (Conclusión)
- Editorial Semana
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Por: Juan Illich HernƔndez
Evidentemente, en cada uno de los pasados escritos, observamos cómo el imparable fenómeno del hiperconsumo, al igual que el capitalismo han reinventado y reorganizado sus medios de intervención no solo sociales, sino tambiĆ©n psicológicas. Como ya hoy el factor intercomunicativo no es en sĆ una pieza clave para la vida cotidiana como muchos narcisistas dirĆan, dado a la alta y supuesta sobreexposición de las toxicológicas redes sociales, el producto de esta enfermiza saturación e inundación de datos es el ya mencionado sĆndrome de la fatiga informĆ”tica (IFS). Dicha psicopatologĆa totalmente contemporĆ”nea ha sido despertada y desencadenada a nivel internacional por el desmedido consumo habitual de lo digitalizado.
Si se toma por ejemplo un estudio cientĆfico realizado en 2023 en la icónica Universidad de Yale en sobre cuĆ”ntas personas asisten al cine versus apreciar una pelĆcula o serie en Netflix en su hogar, nadie refutó en el decir, que la experiencia en sus casas presentó ser mĆ”s reconfortante que en el teatro. Sin embargo, al explorar en la investigación otros tipos de sensaciones que hoy se ausentan en estos espacios cinematogrĆ”ficos como la intercomunicación y el indescriptible estremezón del āshockā que el ambiente del cine Ćŗnicamente genera, no pudieron ser superados. Esto deja mĆ”s que claro, que aun los entornos de alta interacción social y cultural que antes solĆan asistirse con mayor constancia son actualmente sustituidos por la esfera privada del conforte digital individualizado.
SegĆŗn el filósofo Byung Chul-Han (2024) āla realidad estĆ” tan reducida en el smartphone que en las impresiones que nos provoca ya no queda ningĆŗn elemento del shock. El shock deja paso hoy al likeā (p.77). De hecho, este planteamiento ilustra cuĆ”n entorpecido y desgastado se encuentra no solo nuestro sistema psicoemocional, sino tambiĆ©n fisiológico. Tales efectos, nuevamente se reconfirman con las diversas facultades cognitivas e incluso motoras que ostenta esta cepa generacional Z (centennials) versus generaciones ulteriores donde existe una amplia brecha entre sus destrezas funcionales. De las caracterĆsticas mĆ”s afectadas por el sobreuso de los telĆ©fonos inteligentes y el intentar ser una persona productiva con el agobiante, hasta frustrante multitasking o multitareas como demanda sociocultural es la capacidad para memorizar, plus retener información.
Cada uno de los datos expuestos representa la crĆtica y descompuesta ārealidadā que nos estĆ” atravesando, por lo que, el mercado del hiperconsumo embiste a la luz de lo que es tendencia cada una de sus āgenuinasā intenciones. De este modo, todo aquello que enmarque exceso de felicidad, satisfacción, enaltecimiento, totalización y eficacia bajo su mercado de āprogreso positivoā trae como consecuencia desestabilización a nivel psicológico e incluso sociológico la enfermedad mental actual de la autoexplotación. AsĆ que, esta ultraviolencia que se estĆ” generando en todo espacio que demande interacción social, prĆ”cticamente estĆ” atentando no solo contra la vida en sociedad, sino tambiĆ©n vida psicológica.
Lo caracterĆstico del fenómeno ultraviolento es que en lugar de ser percibido y apreciado como algo visible e inclusive directo, actualmente va diluyĆ©ndose hacia algo mĆ”s intangible, pero a su vez ensordecedor. Y esta la gran particularidad que representa tener las exigencias o expectativas de la cultura contemporĆ”nea la cual tristemente determina en la psicologĆa de masas el rendimiento que espera de nosotros.
Por tal motivo, para poder confrontar a este verdadero malestar sociocultural como dice Freud (1930) y fatigante autoexigencia debemos de desprendernos de la fórmula acumuladora de que cantidad es igual calidad. El disfrutarnos los procesos de cada tarea a nuestro ritmo precisamente combate la fatiga autodestructiva.