Redacción Editorial Semana
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Desde tiempos antiguos, los seres humanos han creado maneras para conmemorar a sus seres queridos. Para muchas personas es importante dejar un recuerdo permanente que representa un tributo permanente a los seres amados y, además, un legado para las generaciones venideras. Las tumbas y sus lápidas no sólo son el espacio para visitar y celebrar las vidas de sus familiares y parientes, sino también como récord genealógico para investigación de los antepasados.
Por lo general, las lápidas o placas se compran aparte de la propiedad del camposanto y vienen en una amplia variedad de tamaños, formas y materiales. Cada cementerio tiene su propia polÃtica de las placas permitidas; los costos varÃan de acuerdo con una serie de factores que incluyen material, tamaño y personalización.
Muchas personas las compran en funerarias, cementerios, compañÃas productoras de monumentos o detallistas; aunque también se pueden adquirir en todas partes y el cementerio de su preferencia por un costo. Las mismas están disponibles tanto para restos sepultados como para cremados y presentan un estilo único y personalizado.
Las dos clases de lápidas o placas más populares son las planas o acostadas y monumentos erectos u obeliscos; aunque muchas personas escogen estatuas, ángeles, bancos u otros motivos conmemorativos. Cualquiera de las opciones seleccionadas hace posible rendir homenaje a una persona, dos personas o una familia entera.
Hoy dÃa, las tecnologÃas de grabado permiten grabar desde su nombre y datos de vida hasta un poema, la lÃrica de una canción, paisajes naturales e incluso fotografÃas.