¿A quiénes primero?
- Editorial Semana

- 11 sept
- 3 Min. de lectura

Por: Lilliam Maldonado Cordero
Hay una convocatoria conminando a buscar a ciertos padres. Antes de confirmar mi disponibilidad, tengo preguntas.
Primero, ¿vamos por los padres y las madres que tienen dos o tres trabajos para poder mantener a sus familias? ¿A la madre que, como la mía, se levantaba de madrugada para prepararnos las loncheras, y salía oscuro aún para que no la dejaran las tres guaguas de la AMA que tomaba para llegar a su trabajo, orando que la pisicorre del colegio nos recogiera puntualmente y nos devolviera a casa sanos y seguros antes de ella llegar cansada a cocinar? ¿Buscamos al padre que tiene un “trabajo regular” y otro como guardia de seguridad o reabasteciendo góndolas en el supermercado, para aportar al pago de la renta, pagar a veces el carril exclusivo para “llegar temprano”, ese que pasa hambre para comprar los regalos de navidad o pagar la pensión? ¿Buscamos a la madre cuidadora de sus niños pequeños o enfermos, o de sus viejos, renunciando a sus sueños por encadenarse al amor de cumplir con un deber que le toca asistir al Estado?
¿O vamos a buscar a los padres y madres cuando, antes de que lo fueran, los encerramos en las barriadas o los caseríos en aquella hora de gran pobreza, prometiéndoles calles de oro y ríos de leche y miel en la ciudad, pero solo les dimos asistencialismo escaso para taparle la boca al hambre y dejarlos al escarpado de la precariedad? ¿Vamos a buscar a esos padres y madres, antes de que lo fueran, y a sus padres y madres olvidados por nosotros, víctimas del alcoholismo o de la venta de drogas, a esos que les negamos la educación digna que promete la Constitución, y el acceso a salud, seguridad y justicia? ¿Buscaremos a la niña que un día sería la madre de sus propios hermanos o primos porque fue víctima del abuso incestuoso, aquella a la que “el sistema” conocía muy bien, pero le viró la cara?
Se me ocurre, también, que podríamos ir por otros: los padres de los funcionarios que, conociendo los hechos, no cumplen con el deber de investigar el maltrato de un niño quemado y con fracturas múltiples. O a los del político del techo de cristal con decenas de hijos, algunos de ellos con convicciones múltiples. Podríamos buscar a los padres de los mercaderes de las comunicaciones que se enriquecen armando luchas fatuas, persiguiendo a las verdaderas víctimas de un sistema roto, mientras normalizan la maledicencia y la indiferencia. ¿Buscamos a quienes tienen el poder de hacerlo bien, pero optan por legalizar la tala criminal de manglares y bosques para viabilizar construcciones ilegales, permitiendo que quienes tienen demasiado tengan más? ¿O a los padres que, en las actividades suntuosas de los coles de sus hijos, fuman y beben con ellos mientras normalizan el mofarse de quienes son diferentes a ellos? ¿Convocamos un outing para encontrar a los padres de la exsecretaria encumbrada con voz oronda, que faltó a su deber ministerial de supervisar a los médicos contratistas de confinados que le dieron la libertad a un asesino en serie que, burlándose de ellos –“del sistema”- mató “una mujer más”? De una vez, ¿buscamos a los padres de esos profesionales de la salud?
Estoy puesta para esa búsqueda. Me dicen con tiempo cuándo sale la expedición para saber si llevo trofeos, disculpas o un jacho.





Comentarios