De Benito y otros Conejos
- Editorial Semana

- 17 jul
- 2 Min. de lectura

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
El título y contenido de esta columna es de la total autoría del compañero, Lic. Raúl Tirado, hijo, coordinador del PIP en Caguas, y citamos:
[En esta ocasión quiero hablar de la Residencia del Conejo Malo “No me quiero ir de aquí” que, en seis meses ha tenido mayor repercusión en todos los ámbitos de nuestra vida colectiva que los podcast de mal gusto y conferencias de prensa de Jennifer González y su primer consorte. Desde el punto de vista económico, la BBC, Bloomberg y The Economist, entre otros medios, estiman que generará beneficios para el País de sobre $200 millones entre ventas de boletos, estadías en hoteles y sitios de alquiler a corto plazo, restaurantes y pequeños negocios. Todo lo anterior, debe causar algún repunte en nuestro alicaído PIB que, según Moodys, será de 0.4% en 2025, y según la Junta de Control Fiscal se contraerá -0.8%. Pero también su impacto político definitorio de nuestra nacionalidad que comenzó, precisamente, el 4 de julio, día en que los estadounidenses celebran su Independencia.
Ese día, mientras Benito publicaba su vídeo “Nueva Yol”, colocando personalmente nuestra bandera azul celeste en la icónica estatua de la Libertad en Manhattan. Como un canto a la identidad nacional, Jennifer y su primer consorte se besaban en la Fortaleza frente a dos banderas americanas que adornaban la fachada. Y, seis días más tarde (10 de julio 2025), el Conejo comenzaba la Residencia publicando en un cartel que “Puerto Rico es una colonia desde que Cristóbal Colón descubrió la isla durante su segundo viaje”. Una verdad como un templo.
Me imagino que, por esa razón, Jennifer y su consorte regalaron sus boletos para la Residencia porque, igual que Pablo José, quieren perpetuarla. ¿O sería para evitar que los abucharan hasta el cansancio hastiados de sus desatinos en todos los órdenes de nuestras vidas?: un sistema energético a la deriva; una economía estancada que nos lleva a dejar el País; el medio ambiente a riesgo del uso de los combustibles fósiles; la privatización de La Parguera para beneficio de sus suegros y de ellos; la improvisación en la designación de jefes de gabinete; el ensañamiento con la comunidad LGTBQ; la traición a los hermanos del mundo que residen aquí al entregar información sensitiva a ICE y las agencias federales por temor a perder fondos federales.
La lista es tan larga en tan poco tiempo, que prefiero regresar a hablar de Benito y del Conejo Malo. Su último álbum, “Debemos Tomar Muchas Fotos” ha sido aleccionador. Nos ha enfrentado a la realidad del boricua de la Diáspora que ha tratado genuinamente de mantener su identidad. Nos ha enfrentado a la gentrificación que desplaza comunidades frente a sectores de mayor poder económico como ocurrió en Hawai. Y termina con un llamado a reconocernos como puertorriqueños y defender este espacio nuestro que es Puerto Rico para no tener que mudarnos, sino para crear una PATRIA NUEVA. De mi parte, gracias Benito por ser un Conejo Malo].






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