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Decadencia, arrogancia y soberbia imperial

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 27 mar
  • 2 Min. de lectura



Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


“Los pueblos que eligen gobiernos corruptos no son víctimas, son cómplices” (Proverbio chino)


A través de la historia, Estados Unidos ha pretendido imponer al resto del mundo sus costumbres, valores y estilos de vida bajo la creencia, un tanto narcisista y etnocéntrica, de que todo lo suyo es superior a los demás pueblos del planeta. De ahí su intolerancia contra los inmigrantes, particularmente latinoamericanos, caribeños y afrodescendientes, con el evidente propósito de controlar la riqueza y los recursos naturales de los demás países. Ello, bajo el argumento de que éstos carecen de capacidad para gobernase a sí mismo. Pero la situación se ha agravado con la elección de Donald Trump para la presidencia de la metrópolis. Con sus Ordenes Ejecutivas, el flamante presidente anglosajón pretende (1) convertir a Canadá en el estado 51 de Estados Unidos, (2) reposeer y controlar el Canal de Panamá, (3) cambiar el nombre al Golfo de México por Golfo de América, (4) desplazar a los palestinos de Gaza para desarrollar una ostentosa Riviera Mediterránea y (5) arrebatar a Dinamarca la exuberante isla de Groenlandia para la expansión imperial de la metrópolis.


No conforme con todo ello, ahora Trump ha decidido, mediante orden ejecutiva, imponer el inglés como idioma oficial para supuestamente salvaguardar la integridad de la metrópolis. Conviene recordar que Estados Unidos es el segundo país del mundo con la mayor cantidad de hispanohablantes (65 millones), superado únicamente por México. ¡Con razón Estados Unidos se ha convertido en uno de los países más repudiados del planeta ante el despliegue de sus caprichos y posturas xenofóbicas, homofóbicas, misóginas y discriminatorias!


Si bien es cierto que Estados Unidos es reconocido como uno de los países de mayor solvencia y sustentabilidad económica, al tiempo que goza de una amplia diversidad de servicios hospitalarios, becas educativas y educación universitaria, los datos más recientes indican que alrededor del 70% de los estadounidenses no poseen un grado universitario. Nadie puede negar que en estos instantes los estadounidenses atraviesan por uno de sus momentos más críticos y de mayor incertidumbre tanto económica como existencialmente. Ello, debido a la inflación económica e inestabilidad de empleos. Se anticipa que más de cien mil estadounidenses podrían quedar desempleados durante las próximas semanas debido a los caprichos de Donald Trump de aumentar los aranceles a México, Canadá y China más su insistencia de eliminar múltiples agencias federales incluyendo el Departamento de Educación.


Su insistencia en achicar el gobierno, eliminar subsidios y ayudas para la reconstrucción de los pueblos, conjuntamente con las grandes filas de desempleo y eliminación de servicios esenciales, de seguro va a provocar confrontaciones y estallidos sociales ante el colapso moral, social y existencial de la abrumadora mayoría de los estadounidenses. Aquellos republicanos del patio que acusaron a Juan Dalmau de eliminar los fondos federales de ganar la gobernación de Puerto Rico, ahora no saben que hacer con los arrebatos de Donald Trump.


Ya lo dijo Yogi Berra: “El futuro no luce tan halagador como solía ser”.

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