Días normales
- Editorial Semana

- 4 sept
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Por: Lilliam Maldonado Cordero
En días pasados, un hombre saltó el mostrador de un puesto de venta de alimentos de un centro comercial en Guaynabo para apuñalar a su expareja consensual, en otro incidente de violencia machista en Puerto Rico. La víctima se encontraba trabajando y el individuo llegó hasta el lugar con el fin de matarla. Un día antes, en Patillas, otra mujer había sido asesinada, también a puñaladas, por su pareja.
En el ataque contra la mujer en Guaynabo, el hombre había salido del puesto de comida una vez la agredió y cuando se disponía a volver a saltar la vitrina para, al parecer, terminar con su vida, varios hombres lo detuvieron a sillazos resultando en un arresto civil. Lo sorprendente es que una vez el atacante estaba en el piso a instancias de uno de los hombres que le ordenaba que se arrodillara hasta que llegara la Policía, el agresor le decía: “Es que tú no entiendes”, tratando de justificar sus actuaciones. Finalmente, el individuo fue arrestado. De la investigación trascendió que tenía un amplio expediente criminal y faltas por violencia de género contra otras mujeres en 2006, 2007 y 2014. Lo insólito es que uno de los policías entrevistados racionalizó que, “no tenemos detalles de si se trata de acecho…”. Es decir, que se sabía que eran pareja, que la mujer se encontraba en su lugar de trabajo, que el hombre se trasladó hasta el centro comercial, subió las escaleras, llegó hasta donde ella laboraba cuchillo en mano, brincó un mostrador para apuñalarla… pero el guardia no se sabía si hubo acecho.
En el caso de Patillas, como a eso de las 3:00am los vecinos dieron cuenta de una reyerta entre la pareja y llamaron la Policía. La mujer pedía ayuda a gritos y alcanzó hasta llegar a una vecina que, según ella misma dijo a las noticias, pensó que era “otra pelea más” entre ellos, se montó en su carro para irse a trabajar, cerrándole el cristal del vehículo mientras, según ella misma relata, observaba que él “como que le daba” por el costado. Se supo que el hombre tuvo una orden de protección en su contra hasta enero, pero ya contaba con otros casos de violencia de género con otras dos parejas, entre otros delitos. Según reportaron los medios de noticias, entre la llegada de la policía y la ambulancia, transcurrió una hora. La mujer murió en la calle. Más adelante en el día el hombre apareció muerto en otro pueblo “sin signos de violencia”, dijeron, porque al parecer fue por una sobredosis… como si la adicción no fuera un problema social violento y que genera violencia, en primer lugar hacia quien lo sufre y violencia fìsica, verbal y emocional contra otros.
En lo que va de año, ya son 31 mujeres muertas por violencia machista. Entretando, no existen protocolos oficiales para atender esta crisis, excepto el apoyo invaluable de organizaciones sin fines de lucro y algunos municipios que han llenado las ineficiencias del gobierno y se dedican a concienciar, educar y proteger a las mujeres y sus hijos víctimas de esta lacra. Es que estamos muy ocupados, por un lad0o erigiendo e idolatrando estatuas que no pueden orar aunque estén de rodillas y, por el otro, viviendo en una normalidad que no lo es, cantando líricas que nos mantienen enajenados, entretenidos e infatuados sobre la realidad que nos rodea.





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