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El tesoro de los abuelos en la vida de los niños

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 11 sept
  • 3 Min. de lectura

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Por: Myrna L. Carrión Parrilla


En la trama de cada familia, los abuelos ocupan un lugar único e irrepetible. Son memoria viva, raíces que nos conectan con el pasado y a la vez brazos abiertos que acompañan el presente. Para los niños, la figura del abuelo o la abuela se convierte en un tesoro invaluable, pues su presencia deja huellas profundas en el desarrollo emocional, social y espiritual de quienes crecen a su lado.


Los abuelos transmiten más que historias y recuerdos: transmiten valores. En sus palabras y gestos se refleja la experiencia de los años, la paciencia que nace de haber visto pasar muchas estaciones, y la ternura de quien ya no tiene prisa por correr detrás de metas, sino que sabe disfrutar el momento. Los niños que cuentan con abuelos activos en su vida aprenden de manera natural el valor de la gratitud, la importancia de la familia y la fortaleza de la fe.


En tiempos en que la sociedad nos empuja a la rapidez, al individualismo y al consumo, los abuelos representan un contrapeso esperanzador. Son ejemplo de sencillez, de resiliencia y de amor incondicional. Una tarde compartida en la cocina, una caminata por el vecindario, una conversación antes de dormir o una anécdota repetida mil veces se convierten en lecciones de vida que ningún libro puede enseñar con la misma profundidad.


La ciencia también respalda esta intuición que muchos llevamos en el corazón. Diversos estudios señalan que los niños que crecen en contacto frecuente con sus abuelos desarrollan mayor seguridad emocional, mejor autoestima y una identidad más sólida. Saber de dónde venimos nos da confianza para mirar hacia adelante. Los abuelos ayudan a tejer esa historia familiar en la que cada nieto se reconoce como parte de algo más grande que él mismo.


Además, la relación entre abuelos y nietos suele estar marcada por un amor libre de presiones. Mientras los padres cargan con la responsabilidad cotidiana de la crianza, los abuelos pueden ofrecer un espacio más relajado, lleno de comprensión y afecto. Esa mirada distinta complementa la tarea educativa y enriquece la formación integral de los niños.


En nuestra cultura, los abuelos han sido pilares de comunidades enteras. Han sostenido hogares, han acompañado a generaciones y han enseñado con el ejemplo lo que significa la solidaridad. Hoy, en un mundo que cambia rápidamente, ellos siguen siendo puentes de unión entre el ayer y el mañana. Por eso, celebrar y valorar su presencia no debe limitarse a una fecha en el calendario, sino convertirse en un compromiso de cada día.


Honrar a los abuelos no solo es agradecerles, sino también aprender de ellos. Involucrarlos en la vida de los niños, escuchar sus consejos, recoger sus historias y reconocer su sabiduría es una forma de fortalecer nuestra propia identidad. Los niños que disfrutan de esa cercanía crecerán con un corazón más humano, más agradecido y más consciente de la importancia de cuidar de los demás.


En definitiva, los abuelos son guardianes de la memoria y sembradores de amor. Su influencia en la vida de los niños no se mide en cosas materiales, sino en la huella invisible y duradera que dejan en sus corazones. Hoy más que nunca, recordemos que tener abuelos presentes es una bendición, y que cultivando esos lazos aseguramos un futuro más humano y lleno de esperanza.

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