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Jenniffer González, el eco puertorriqueño de Trump

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 6 nov
  • 2 Min. de lectura

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Por: José “Conny” Varela


La decisión del gobierno de Donald Trump de interrumpir los fondos del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) para Puerto Rico y el resto de los Estados Unidos constituye un golpe directo a los sectores más vulnerables de la sociedad. Se trata de una medida que, más allá de su justificación fiscal, revela un cálculo político: sacrificar a quienes dependen de la ayuda alimentaria para presionar a los demócratas en el Congreso. En este juego de poder, los que pagan el precio son las familias trabajadoras, los niños y los envejecientes que dependen de este beneficio para garantizar su sustento diario.


Lo más preocupante es la respuesta de la administración de Jenniffer González, que lejos de asumir una postura firme en defensa de la población, se alineó con el discurso de Trump. Temprano, durante la semana pasada, la gobernadora afirmó que el gobierno local no contaba con dinero para cubrir los pagos del PAN. Esa postura transmitió un mensaje de resignación y de insensibilidad ante la urgencia social. Fue, simplemente, un discurso alineado con la postura de Trump. Días más tarde, cuando se hizo público que el tribunal federal le dio la razón a los estados demócratas que demandaron a Trump, el gobierno de Jenniffer cambió su postura pública y manifestó que harían disponibles fondos de emergencia para cubrir parte de la necesidad.


El gobierno de Puerto Rico no debió limitarse a repetir que no hay fondos; cuando realmente contamos con fondos de emergencia, y cuando se tiene la obligación de explorar todas las vías legales para garantizar la continuidad de un programa que constituye un derecho básico a la alimentación.


Resulta incomprensible que en ningún momento la administración de Jenniffer González acudió a los tribunales para exigir al gobierno federal la utilización de los fondos de emergencia disponibles. El Congreso creó remedios para atender situaciones extraordinarias, y la negativa de Jenniffer a reclamarlos judicialmente refleja una falta de voluntad política más que una limitación real. Otros estados y territorios recurrieron a la vía legal para defender los derechos de sus ciudadanos y tuvieron éxito; sin embargo, Jenniffer volvió a plegarse a los caprichos de Trump en perjuicio de Puerto Rico.


La crisis del PAN no es solo un asunto presupuestario, es un espejo de la relación politiquera e inmadura de la gobernadora con el gobierno de Trump y de la incapacidad de las autoridades locales para ejercer presión efectiva en defensa de su pueblo. Mientras se juega a la política partidista en la capital federal, en la isla se jugó la seguridad alimentaria de más de un millón de personas. La historia juzgará con severidad a Jenniffer González, quien, teniendo la responsabilidad de actuar, optó por someterse a los caprichos tiránicos del presidente Trump. Todo indica que para Jenniffer es más importante hacer pacto de lealtad con el partido republicano de Trump que con la gente que le confió las riendas de Puerto Rico.


El autor es representante por Caguas en la Cámara de Representantes

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