La Junta no es el problema, sino el colonialismo
- Editorial Semana

- 31 jul
- 2 Min. de lectura

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“No es patria si nos quitan el derecho de servirla, si la entregan a los que la desdeñan, si nos niegan posesión de lo nuestro” (Eugenio María de Hostos)
A la altura del Siglo XXI, todavía es la hora en que miles de puertorriqueños, de todos los estratos sociales, educativos y profesionales, insisten obstinada y demagógicamente en que Puerto Rico dejó de ser colonia de Estados Unidos ante el advenimiento del Estado Libre Asociado en 1952. Pero nada más lejos de la verdad. Como se sabe, en el año 2016, tanto el Congreso como el Tribunal Supremo de Estados Unidos se encargaron de desenmascarar esa postura engañosa de los defensores del ELA colonial. Por un lado, la imposición de la resolución “Puerto Rico Vs. Sánchez Valle” y, por el otro, la imposición de la Ley Promesa (Ley para la Supervisión y Estabilidad Económica de Puerto Rico) y su infame Junta de Control Fiscal para el manejo total y absoluto de las finanzas del Gobierno de Puerto Rico. Recuérdese que la Ley Promesa fue endosada y recibida con beneplácito por el liderato del bipartidismo colonial.
Recuérdese, además, que la imposición de la Junta fue provocada por la deuda pública que rondaba los 80 billones de dólares. De modo que, la Ley Promesa nos regresó a la Ley Foraker de 1900 dado que la Junta se convertiría en una especie de gobierno con poderes absolutos no electo por los puertorriqueños. No conforme con todo ello, el gobierno de Puerto Rico fue obligado a cubrir todos los gastos operacionales de la nefasta Junta, incluyendo los onerosos pagos por consultas legales, salarios millonarios y estipendios personales de los siete miembros de la Junta. Según los datos más recientes, los gastos operacionales de la Junta ascienden a unos dos billones de dólares desde sus inicios en 2016.
Arrepentidos por su apoyo original, el bipartidismo colonial le reclamó al Congreso de EEUU la derogación inmediata de la Junta, pero, luego de varias audiencias, el Subcomité de Asuntos Indígenas e Insulares hizo caso omiso al reclamo del bipartidismo colonial ratificando la permanencia indefinida de la infame Junta de Control Fiscal.
De modo que, el discurso colonial del PPD basado en unión permanente, ciudadanía indisoluble y dependencia perniciosa como valores indispensables para el desarrollo y subsistencia de los puertorriqueños, allanó el camino para el crecimiento vertiginoso del anexionismo antipatriótico al lograr demonizar, criminalizar y desprestigiar el derecho inalienable de los puertorriqueños a gobernarse a sí mismos. De ahí la degradante expresión pueblerina “Qué sería de nosotros sin ellos” confirmando con ello el grado de colonialismo que arropa a importantes sectores de nuestro pueblo puertorriqueño. De ahí las contradicciones, incongruencias y ambivalencias coloniales que raya en servilismo, sumisión y adulación al implacable colonizador.
El colonialismo ha sido catalogado por los foros internacionales como un crimen de lesa humanidad en abierta violación a los derechos humanos. Sin embargo, pretender seguir siendo colonia es, francamente, un acto de sumisión, servilismo y masoquismo.






Comentarios