La trampa de la codicia
- Editorial Semana
- 15 may
- 3 Min. de lectura

Por: Lilliam Maldonado Cordero
Muchos conocemos las fábulas de Esopo, antiguo esclavo griego y filósofo prolífico, creador de narraciones que resultaron en cuentos protagonizados por animales, objetos inanimados o divinidades, caracterizados por derivar moralejas y enseñanzas.
Esopo creó cientos de estos relatos ficcionales que, ya pasados 2,500 años, siguen siendo aleccionadores, invitándonos a tener confianza, cautela, respeto, y a recordar principios éticos y morales esenciales para la vida.
Una de las fábulas más resonantes de Esopo es El perro y su reflejo en el río. En resumen, un perro que vadeaba por la vera del río con un trozo de carne en el hocico vio su reflejo en el agua y creyó que era otro perro cargando con un pedazo más grande. Por su apetito y avaricia por tener, también, aquella presa, soltó la que ya tenía para atrapar el botín ajeno. Y ya todos sabemos el resultado. El perro, no solo se quedó estérilmente tratando de adueñarse de una ilusión, sino que quedó sin lo que tenía seguro.
Este relato apunta a la importancia de enfocarse y disfrutar lo que poseemos, en nutrirlo, desarrollarlo y dar buenas cuentas de aquello por lo que ya somos responsables, en lugar de codiciar en usurpar los bienes y logros de otros, pues el resultado siempre va a ser la pérdida de todo lo que hemos logrado, incluyendo la reputación.
Esta fábula también nos recuerda la de El lobo con piel de cordero. Un día, un lobo goloso se metió en la piel de una oveja que ya había matado días atrás para disfrazarse y pastar junto a un rebaño con el fin de pasar inadvertido. Su finalidad era que el pastor, al llegar la noche, lo guardara con el resto de las ovejas y, ya en el interior, sería fácil cebarse. “Qué banquete!”, pensó. Sin embargo, poco después de cerrado el cercado, llegó el pastor buscando abastecerse de la carne para el día siguiente, y sacrificó a la que creía la oveja más robusta: era el lobo vestido de oveja.
Este relato es muy similar al del perro que perdió su presa por dejarse infatuar por su codicia, con la diferencia de que, en este último caso, el lobo intentó usar el engaño sin importar el daño que ocasionaría a otros buscando derivar beneficios que resultaron en su propia destrucción, que en nuestro caso podrían ser la moral y la reputación.
Finalmente, en Lucas 16: 10-13, Jesús revela una parábola, que en contenido pareciera contradictoria, pero que él resume así:
«El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas».
En fin, el engaño y la manipulación podrían dejar beneficios en el corto plazo, pudiendo acarrear consecuencias a las víctimas, pero siempre acaban destruyendo a sus perpetradores. De la envidia, la codicia, el engaño y la trampa nunca se regresa ileso.
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