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La transformación de la represión persecutoria hacia una autoinducida (Conclusión)

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    Editorial Semana
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

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Por: Juan Illich Hernández


Evidentemente, la narrativa histórica de Puerto Rico ha estado desde sus inicios hasta el sol de hoy atravesada por la represión, tanto social como políticamente. Y esto efectivamente se ilustra en cada una de las pasadas columnas. Lo específico de toda esta imparable maniobra, es que bajo el desarrollo secreto de las carpetas, que bien toma forma y velocidad después de la efervescente década de los 50’s a 60’s, el sistema operacional de vigilancia extrema comenzó a sofisticarse.


En pleno apogeo de la Guerra Fría, constitución de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), movimiento hippie, Guerra de Vietnam, segundo oleaje feminista, el Partido de las Panteras Negras, tortura a Albizu Campos, muerte de Martin Luther King y el mismo presidente Kennedy, revolución de Argelia, el proyecto de militarización Cóndor en Hispanoamérica, entre otros eventos, desencadenaron el procesamiento documentado de toda persona que fuera partícipe de actividades insurgentes o peligrosas. Tomando en consideración, la condición sociopolítica e histórica de Puerto Rico, en la época de mayor caldeo y a su vez rebeldía antisistema que, precisamente fue en esos interines de finales de los años 60’ hacia los 70’s según nos indica el sociólogo/historiador Juan Ángel Silen (2001) en su icónica novela “Carpeta 20671”, cualquier ser que tuviese relaciones con algún independentista, souvenirs pro-nación, una bandera de Puerto Rico en la casa, fuese miembro de algún movimiento social, etc. era justificación suficiente para apresarlo. Tan temible y violentísima fue la tramitación encubierta por la íntima vinculación entre la policía de Puerto Rico con la CIA para no solo crear un falso expediente acerca de tal persona, sino que también, estos los perseguían con chivos expiatorios en cualquier espacio.


Queda clarísimo, que lo acontecido en el cerro de los mártires o Maravilla en el 1978, que es donde asesinan de la manera más ruin a los jóvenes Arnaldo Darío Rosario & Carlos Soto Arriví ha sido producto de esta represión persecutoria. Dicho hecho fue impulsado por el “estratega”, pero torpísimo agente Alejandro González Malavé (el fraile) el cual servía como espía oculto en la célula independentista. Aunque en la actualidad la herramienta de la represión ande construyéndose de un modo mucho más automático y flexible, necesitó la intervención de un chota (informante) en el buen español puertorriqueño dentro de la familia u organización. Es en ese sentido, que con el suceso de la internet en el 1969 y caótica telaraña mejor conocida como la web va entrelazándose sin escrúpulos el intercambio de datos personales versus la limitada prestación de servicios de tales plataformas.


Por tal razón, es que resulta atrapante y enigmático el observar detenidamente cómo prosigue maximizándose e inclusive globalizándose desde otros espacios el fenómeno irrefrenable de la represión. Gran parte de esta práctica a nivel contemporáneo no está ya apoyada en violencia, sino más bien, bajo sutilezas de carácter cotidianas, justamente como es la intercomunicación virtual. Desde este plano digital es que autoinducimos nuestra propia coacción y/o sometimiento ya que en nombre de lo que es deseo, moda, tendencia, diversión, satisfacción inmediata, plenitud, etc. otorgamos aquello que nos hace libres, la conciencia si seguimos la línea del filósofo Hegel.


Así que, para lograr no meramente combatir, sino también, crear nuevas armas de concienciación es importantísimo rescatar las microhistorias. Son estas pequeñas narrativas, cuentos, mitos y leyendas urbanas las que ensalzan desde las afueras los elementos integrales que se le fugan al investigador e inclusive academia para significativamente dar vida a lo que estuvo oculto, censurado, olvidado, entre otros.

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