La transformación de la represión persecutoria hacia una autoinducida (parte II)
- Editorial Semana

- 25 sept
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Por: Juan Illich Hernández
Como ya hemos observado, tanto a nivel social como culturalmente, la historia de Puerto Rico está encubierta de pies a cabeza por la represión política. Tales efectos, durante el siglo pasado fueron más evidentes que dudosos. Y estos detalles mejor no lo pueden resaltar que los mismos frentes de resistencias o cuerpos organizativos del ala independentista.
Al ir hilando fino nuestra historiografía, desde muchísimo antes que entrara en vigor el segundo oleaje colonial por parte de los norteamericanos, estaba ya circulándose una incesante lucha entre los dos polos ideológicos de mayor movilización, que eran los autonomistas versus los liberales. Con el mal sabor que dejaron estos partidos por sus interminables desacuerdos (Pactistas versus No Pactistas) no solo económico- políticos, sino también psicológicos, aconteció el razonable momento de la guerra Hispanoamericana. Dichos sucesos abrieron paso para la segunda invasión colonial en el país un 25 de julio del 1898, hecho que cambió radicalmente nuestra “realidad social”.
Es en ese sentido, que los movimientos obreros liderados por uno de los máximos representantes de esa fase histórica, que era Santiago Iglesias Pantín comenzaron a ofrecer aires de rebelión en conjunto a distintas células organizativas de trabajadores socialistas, anarquistas y separatistas para impulsar mejores condiciones de vida socioculturales entre esos interines del 1872 al 1898 (García, 1985). Bajo estos señalamientos, reconfirmamos la persecución violentísima del aparato sociopolítico que persigue no solo al pensamiento ideológico en oposición, sino más bien, contra todo aquello que provenga del sector izquierdista.
Frente a esta controversial situación es que damos apertura para que se arme una de las máximas representaciones por la búsqueda de independencia para Puerto Rico, que es la fundación del Partido Nacionalista en el 1922. Dentro de estos mismos vaivenes históricos, es importante agregar, que fue desatándose una feroz cacería hacia toda mujer que rompiera con las prácticas tradicionales de lo que era “disque” una fémina. Precisamente entre los años 1912 al 1922, aparte de estarse desarrollando el oleaje feminista de las sufragistas internacionalmente, en el caso de Puerto Rico, la líder anarquista obrera, Luisa Capetillo fue detenida en Cuba. Señala el literato Julio Ramos (1992) que una de las excusas por aprisionarla fue el factor estereotípico hacia la vestimenta, cualidad que hoy es símbolo de liberación y resistencia contra los mandatos de la cultura.
Poniendo sobre el eje, todos los sinfines de movidas silenciosas y represoras que han fabricado las esferas de poder las cuales sobre todo recaen en las ciencias y matemáticas, pero sobre todo en las nuevas tecnologías, exploramos que desde siempre estas favorecen a unos grandes intereses financieros. De hecho, este es el particular caso con el automóvil cuyo primerizo modelo masificó y absorbió al mercado global, este lo fue el Ford. Dicha feroz transformación permitió globalizar y acumular mayor capital a la industria americana nombrándola como fordismo.
Muchos pensarían, ¿En qué guarda relación la introducción del vehículo Ford a la persecución represiva? Precisamente, el incorporar este tipo de industrias fabriles obligó a realizar cambios significativos en los modos de producción económicamente, cosa que elevó hacia otro nivel la última fase del capitalismo maduro a una imperialista (Lenin, 1917). Y este giro agresivo hizo que se subdividieran mucho más violentamente las diferencias no solo entre clases sociales, sino también entre todo (sexo, género, etnia, etc.).
Es por ello, que para que el imperio logre insertarse más profundamente en la estructura social, requerirá de unas técnicas menos invasivas las cuales se sirven de chivos expiatorios, violencia simbólica y vigilancia táctica… (Continuará)





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