La urgencia de la autonomía frente al mito de la estadidad
- Editorial Semana

- hace 6 días
- 2 Min. de lectura

Por: José “Conny” Varela
El debate sobre el estatus político de Puerto Rico ha vuelto a ocupar titulares esta semana. Nuevamente se trata de declaraciones desde Washington que repudian la estadidad para Puerto Rico. Sin embargo, más allá de la discusión federal, lo que resulta indignante es la insistencia de la gobernadora Jenniffer González en utilizar la estadidad como un gancho electoral, prometiendo una integración que su propio Partido Republicano rechaza de manera virulenta. La contradicción es evidente: se ofrece al pueblo estadista una ilusión que no tiene respaldo real en el Congreso ni en la estructura política dominante de Estados Unidos.
La estrategia de Jenniffer refleja un estilo de política insultante a la inteligencia del Pueblo. Prometer la estadidad como solución inmediata, cuando las principales figuras republicanas han expresado su oposición a esa alternativa, es una forma de alimentar expectativas que inevitablemente desembocan en frustración del sector que ha apoyado las representaciones demagógicas de Jenniffer. Se trata de un discurso que busca movilizar emociones, pero que carece de sustento práctico. En ese sentido, la estadidad se convierte en un recurso politiquero, más útil para campañas que para la construcción de un futuro viable.
El PNP ha obligado a celebrar múltiples plebiscitos en Puerto Rico, desacreditando ese mecanismo de consulta electoral, aun con el completo desprecio del Congreso. Ante esa realidad, insistir en la estadidad como el próximo paso del ELA es ignorar tanto la oposición federal como la diversidad de voces que reclaman alternativas más realistas.
Es aquí donde cobra fuerza la necesidad de fomentar mayores espacios de autonomía. El Estado Libre Asociado, lejos de ser un estatus estático, puede evolucionar hacia un modelo que otorgue más herramientas de autogobierno, mayor control sobre las decisiones económicas y culturales, y una relación más madura con Estados Unidos. La autonomía no significa aislamiento, sino capacidad de decidir con mayor libertad y responsabilidad. Es el desarrollo natural de un proyecto político que reconoce la identidad puertorriqueña y busca fortalecerla en lugar de diluirla.
En última instancia, el debate sobre el estatus no puede seguir siendo manipulado por promesas vacías del PNP. Puerto Rico necesita líderes que hablen con claridad y que apuesten por alternativas viables. La autonomía, entendida como un proceso de ampliación de poderes dentro del marco del Estado Libre Asociado, ofrece un camino más realista y digno para enfrentar los retos del presente y construir un futuro en el que se amplíe la capacidad del pueblo de tener verdadero acceso al progreso.
El autor es representante por Caguas en la Cámara de Representantes






Comentarios