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Los Juegos del hambre dejaron de ser una distopía

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 7 ago
  • 2 Min. de lectura

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Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


El título y contenido de esta columna es de la autoría del compañero, Lic. Raúl Tirado, hijo, coordinador general del Comité PIP de Caguas, y citamos:


En el 2008, Suzanne Collins publicó la trilogía “Los Juegos del Hambre”, una distopía cinematográfica que presenta un Estados Unidos gobernado por un líder autoritario que, anualmente, elige dos jóvenes de cada una de las 12 provincias en que está divido el país para participar de ellos. La meta es sobrevivir a como dé lugar. Afortunadamente, el personaje principal reta el estatus quo y comienza una revolución orgánica que destruye al régimen.


Desde marzo de 2025, el mundo presencia, atónito, la versión del gobierno israelí de dichos juegos, esta vez con la población de Gaza como la elegida, a quien ha sometido a la hambruna y el desabastecimiento de agua y medicamentos. Peor aún, desplazó al organismo de la ONU a cargo de los refugiados palestinos desde 1949, optando por una entidad estadounidense que responde al nombre de “Fundación Humanitaria” para el reparto de alimentos cuyos encargados, junto a los militares israelíes, le disparan a mansalva a los que se acercan a buscar comida, incluso niños, según documentos mediáticos.


Al presente, según datos de la ONU, 111 personas han muerto de hambre y más de un millón de menores sufren las consecuencias de la hambruna provocada por el gobierno israelí. Desafortunadamente, el gobierno estadounidense tiene dos varas: una para la guerra de Ucrania y otra para los Juegos del Hambre en Gaza. A la primera, le presta particular atención porque logró su cometido de acceder a las tierras raras, por lo que amenaza a Putin con la imposición de aranceles del 100% si no cesa sus ataques bélicos. A la otra, se levantó de la mesa de negociación junto con Israel. Incluso, plantea acudir a “otras opciones” para recuperar a los rehenes israelíes en manos de HAMÁS mediante la fuerza militar.


Afortunadamente, miles de israelíes en Tel Aviv están exigiendo un alto al fuego y la apertura de los cruces fronterizos para que llegue ayuda humanitaria. Incluso, 27 Países han hecho igual reclamo y se le siguen sumando más cada día. Como respuesta, Netanyahu ha anunciado unas treguas temporales y el lanzamiento de alimentos desde el aire. Ambas iniciativas son insuficientes dada la situación de la población civil. Incluso, son violatorias de los Convenios de Ginebra que prohíben, entre otras cosas, que se obligue padecer hambre a la población civil, destruir los bienes indispensables para su supervivencia y causar daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural. En resumen, condenan el genocidio.


Es momento de que la humanidad, como una sola voz, condene la barbarie de unos pocos. Hacerlo no es un acto de antisemitismo. El propio Trump ha reconocido que lo que ocurre en Gaza es una “tragedia”, un “infierno”. De ahí, que sea contradictorio su discurso. No podemos estar en misa y repicando las campanas. Demuestra tu indignación compartiendo esta columna.

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