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  • Foto del escritorEditorial Semana

Para una convivencia sana




Por: Lilliam Maldonado Cordero


La sabiduría humana no tiene fronteras. La inteligencia de nuestra especie nos ha conducido a avances que no hubiéramos imaginado posibles hace décadas. Pero, al parecer, tampoco su irracionalidad e intolerancia tiene fronteras, y esto se refleja en el lamentable deterioro de las relaciones interpersonales y la convivencia sana.


Promover una cultura de paz no es solo parte de la propuesta de algunas religiones. En la Grecia antigua, filósofos como Platón escribieron sobre la importancia de desarrollar la sensibilidad moral que provoque en los ciudadanos deseos elevados de alcanzar un carácter cívico. En sus escritos, Platón reflexionaba sobre la búsqueda de la convivencia en comunidad y que, mucho más allá de aspirar al beneficio personal, se debía perseguir el bien común.


De la misma manera, debemos anhelar un mejor país liderado por personas que, más allá de buscar el beneficio para sí y sus colectividades, propongan soluciones a los intrincados problemas que tenemos que enfrentar, a diario, los que convivimos en esta isla. Nos toca observar su trayectoria y compromiso social, su trato hacia los demás y el respeto a las diferencias de pensamiento e ideologías. Así mismo, los líderes no solo deben mostrar sensibilidad al sufrimiento ajeno, sino manifestar su empatía descargando sus facultades y deberes, proponiendo y materializando soluciones a las necesidades de la gente.


Según Platón, otra manera de alcanzar una convivencia de calidad es también medida según la capacidad de los líderes de una sociedad para realizar discursos públicos que apelen al potencial de sus ciudadanos, esto sin ser condescendientes ni aduladores. Propuso Platón que la actividad política tiene que darse dentro del marco moral, pues es la manera de poner a la gente por delante del interés particular. Lamentablemente hoy en día, cuando los debates entre aspirantes a cargos públicos son más frecuentes, observamos que, en lugar de apelar a la inteligencia de los electores con propuestas verosímiles, el intercambio de ideas se torna en una confrontación agria entre aspirantes.


Otro de sus planteamientos filosóficos propone que la educación es el puente para conducirnos a alcanzar la resolución a las necesidades humanas y sociales. La educación es un valor integrador, responde a la necesidad humana de desarrollar la sensibilidad y racionalidad que propende a conducirnos a una convivencia más armoniosa compuesta por buenos ciudadanos con capacidad para gobernar y ser gobernados con justicia.


Aunque, según Platón, quizás nunca lleguemos a habitar una sociedad perfecta porque somos seres imperfectos, podemos gradualmente encaminarnos a un contexto de convivencia social más solidaria, dentro de las imperfecciones propias que nos caracterizan a los seres humanos. Es por esto por lo que no debemos abdicar en nuestro juicio a la hora de evaluar el desempeño de nuestros líderes, escuchar sus propuestas, y observar su comportamiento y trato con los demás. Esto no debemos limitarlo al año electoral, cuando los mensajes están elaborados, precisamente, para proyectar lo mejor de quienes aspiran a gobernarnos. No obstante, ya en medio de la carrera para elegir la composición de funcionarios electos que tomarán el derrotero de nuestro país, aprovechemos para escucharlos, observarlos, investigar su trayectoria profesional y en el servicio público, sus aportaciones y logros, y la manera en que opinan sobre los temas más determinantes de nuestro país. En medio del evidente deterioro de los elementos que componen nuestra sociedad, es tiempo de que busquemos, como ciudadanos, las herramientas para construir una mejor convivencia.


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