¿Republicanos, fundamentalistas o farsantes?
- Editorial Semana

- 16 oct
- 2 Min. de lectura

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
El colonialismo trastoca la historia, los valores, la lógica y hasta el poder de razonamiento’ (Rubén Berríos)
En columnas anteriores hemos subrayado las patéticas y lastimosas contradicciones y confusión de espíritu que arropa a amplios sectores de puertorriqueños al pretender ser más estadounidenses que el propio Donald Trump y los apologistas del “Make America Great Again”, conocido como MAGA por sus siglas en inglés. Esa lastimosa confusión de espíritu de ¿Yanquis o puertorriqueños?, la hemos arrastrado colectivamente desde la imposición de la ciudadanía estadounidense impuesta por la Ley Jones de 1917 no por razones humanitarias, sino por razones económicas, geopolíticas y hegemónicas. Desde entonces, muchos puertorriqueños piensan que la ciudadanía nos colocaba a la misma altura social, económico y político del supremacista estadounidense. Pero nada más lejos de la verdad.
Actualmente, MAGA se ha convertido en la más recalcitrante expresión no tan solo del conservadurismo retrógrado, represivo y xenofóbico del presidente Donald Trump, sino que representa la más burda y vil encarnación de la supremacía blanca motivada por la homofobia, xenofobia, misoginia y la Doctrina Monroe de 1823 conocida por “América para los americanos”. Por tanto, resulta francamente humillante la cantidad de puertorriqueños del cristianismo fundamentalista convertidos en patrocinadores del republicanismo imperial, guerrerista, xenofóbico, homofóbico y reaccionario promovido por el propio presidente, Donald Trump.
En cuanto al tema de los emigrantes, cabe recordar que el origen, desarrollo y enriquecimiento de EEUU ha descansado fundamentalmente en la presencia y mano de obra de europeos, asiáticos, afrodescendientes y latinoamericanos. Actualmente, cerca de 70 millones de latinoamericanos (cubanos, mexicanos, dominicanos, centroamericanos, caribeños, suramericanos, asiáticos, afrodescendientes) residen en Estados Unidos. Ello, debido fundamentalmente al estrangulamiento económico provocado por las políticas económicas, geopolíticas y hegemónicas de EEUU contra los pueblos latinoamericanos. Aunque supuestamente no se nos incluye entre los grupos latinoamericanos dado a nuestra ciudadanía estadounidense, nadie en su sano juicio puede negar que a los puertorriqueños se nos trata como extranjeros. Ello, porque somos diametralmente distintos y diferentes al anglosajón MAGA. De ahí la campaña xenofóbica contra Bad Bunny.
Recuérdese, además, que la fuerza laboral de la agricultura, la construcción y los servicios domésticos, entre otros servicios esenciales, provienen predominantemente de la mano de obra barata de los latinoamericanos. Con todo y ello, el implacable Trump insiste en deportar a miles de emigrantes latinoamericanos cuyo único delito es la búsqueda de sobrevivencia existencial. ¡Que sepa el insensible presidente que “ningún ser humano es ilegal”!
De modo que, mientras los republicanos y fundamentalistas del patio se oponen al derecho de las mujeres a controlar sus propias capacidades reproductivas, por otro lado, favorecen la pena de muerte, el genocidio provocado por las agresiones guerreristas y la multimillonaria fabricación de armas de fuego lo que convierte a Estados Unidos en el mayor fabricante de armas y municiones del mundo contemporáneo. De ahí su historial de violencia institucional y la alta incidencia de asesinatos y criminalidad de la autoproclamada “Meca de la Democracia Mundial”.
Ya lo dijo Albizu Campos: ¿Yanquis o puertorriqueños?






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